Esta iniciativa ha sido creada por To be or not to be y tratará de crear un relato que contenga la palabra que ha sido decidida. Cada mes se decidirá una palabra.
Crack. El marco donde se encontraban la foto que se hizo con todos sus antiguos amigos se partió. Hacía tiempo que no la miraba y eso hizo que recordará...
Se respiraba ilusión y esperanza en toda la plaza. La gente esperaba las anheladas doce campanadas de la vieja torre del ayuntamiento con sus uvas en la mano. Algunos hasta ya tenían dos o, incluso, tres en la boca para que no les pillarán las prisas.
Todos estaban entusiasmados por la venida del nuevo año. Menos una chica que había decidido abandonar a toda esa gente que la llamaba en la plaza y regocijarse en las calles.
Tan. En la primera campanada enciende un maltrecho cigarrillo y lo posa en sus rígidos y helados dedos.
Tan. En la segunda aspira con apuro una gran cantidad de humo y lo expulsa tan rápido como ha entrado tosiendo.
Tan. La tercera campanada aprieta los dientes y levanta la cabeza dejando que la tímida nieve se pose en sus rosadas mejillas. Aprieta el paso porque teme que ya no estén allí.
Tan. En la cuarta pestañea varias veces e intenta dar otra calada. La campana cada vez suena más sosegada.
Tan. Vuelve a ahogarse al pretender fumar de nuevo. Tanto tiempo dormida ha conseguido que hasta se le olvide lo único que podía mantenerla firme en este mundo.
Tan. En un suspiro se escapa un "Robin" con amargura de sus sonrosados labios.
Tan. Hace un intento de correr, pero siente todos sus músculos agarrotados y eso hace que tropiece y caiga. Nota como la sangre mancha sus vaqueros favoritos, pero aún así se levanta y emprende otra vez la carrera.
Tan. Tan. Tan. Tan. Tan. Cae de nuevo al suelo y siente como cada vez la sangre baja más por su rodilla y decide liberar todas esas lágrimas que lleva guardando desde la primera campanada. Su corazón va a mil debido a la improvisada carrera y le duele, pero aún así se levanta y vuelve a correr. Tenía que llegar costase lo que costase.
Las calles se tornan cada vez más borrosas con cada pisada que daba. A ella ya no le importaba que alguien viese su maquillaje estropeado debido a las lágrimas, solo quería estar en el bar donde se encontraba toda la gente que de verdad la quería. Pero cayó de nuevo y ya no pudo levantarse. Su corazón ya no le permitía que siguiese a ese ritmo. Esta exhausto y todavía no se había recuperado de la operación.
Y aquí empezó la guerra entre la razón y la esperanza. El corazón en el bando de la razón y el pensamiento en el otro. El bando de la razón intentaban dar explicaciones lógicas de porque no podía seguir corriendo.
- ¿Me estás diciendo que no has sido tú el que ha mandado que emprendamos esta locura? ¿No eras tú el que ha estado suspirando por Robin y los demás todo el rato? No me mientas diciendo ahora lo que esta bien y lo que no lo esta. Vamos Helena sigue corriendo y no escuches a este hipócrita.- Declaró el pensamiento firmemente.El corazón no volvió a tomar la palabra y se resigno en un rincón mientras que ella seguía corriendo. Por fin había llegado a la entrada cuando Elisabet con su inconfundible bufanda de colores salía con las manos en los bolsillos. Cuando me miró sonrió y me invitó a entrar mientras me contaba atropelladamente todo lo que me había perdido en estos meses.
Elisabet era la dueña del bar "¿Soñar es gratis?", el mismo en el que habían quedado Helena y los demás. No había cambiado nada desde la última vez. Los viejos suelos de madera oscura que sonaban al caminar, las sillas negras de los años 80 y la antigua estantería con la colección de botellas de vino...
- Te hemos echado mucho de menos Helena y sentimos que no hayamos estado ninguno contigo cuando despertaste porque... bueno mil cosas pasaron.
- ¿Dónde están los demás? - preguntó buscando con la mirada hasta en las esquinas.
- Se han ido a sus casas porque como no llegabas... entra en la cocina que seguro que queda algo de café. Ahora voy.Se dirigió a la cocina a paso lento. Nadie excepto Elisabet se había quedado esperándola ni 5 minutos. Había puesto su vida en peligro para nada... el corazón tenía razón. Abrió la puerta despacio y...
- ¡FELIZ AÑO NUEVO! - gritaron al unísono.
- Pequeñaja no te debes mover de la puerta- rezó Marc guiñándome el ojo- estas debajo del muérdago. Doy 10 segundos para que alguien se digne a besas a esta bella dama o yo mismo lo haré. No me costaría nada he de decir, pero no es de caballeros robarle la amada a otros. Además de que yo ya estoy prendado de otra que me robo el corazón al verla la primera vez
- Deja de intentar ser Shakespeare porque no te va a salir, solo cuando no se te entienda bien lo que digas lo conseguirás. Pero antes de nada, ¿quién es esa dama que te robo el corazón? Me gustaría hablar seriamente con ella- amenazó Elisabet apareciendo por la otra puerta de la cocina.
- Chicos... después de que llegará tarde no os habéis ido, pero ¿por qué? No entiendo porque me habéis esperado aquí en vez de estar con vuestras familias todos vosotros, bueno todos menos Robin...
- ¿Quién soy?- preguntó una voz grave tapándome los ojos. Conocía tan bien esa voz como el color de sus ojos y ansiaba mirarlos de nuevo, así que apartó sus manos y se lanzó a darle un beso a la mejilla.- Bienvenida a casa Helena... te he echado de menos y tengo que contarte una cosa, ¿puedes venir un momento?Sin dejar que respondiera le cogió de la mano y salieron de allí a buen paso mientras escuchaban las quejas de Marc porque el beso que había dado a Robin no tenía que ser en la mejilla. Se refugiaron de nuevo en el frío de las calles y se sentaron en la acera sin importarles la nieve.
Robin le narró todo lo que se había perdido estos meses, pero Helena sabía que eso no era lo que quería que supiera. Sabía cuando ocultaba algo y cuando no según lo gestos que hacía: si se tocaba su pelo moreno, sonreía exageradamente y no la miraba a los ojos significaba que le estaba escondiendo algo. Y eso es lo que esta haciendo.
- Robin, ¿qué me querías contar? Sé que lo que me estás diciendo no tiene nada que ver. Te conozco mejor de lo que piensas.
- Es que en verdad no quería contarte nada... solo quería darte un beso porque estoy totalmente de acuerdo con Marc: cuando estas debajo de un muérdago no puedes dar un beso en la mejilla. Solo pido uno.
- Sí solo es eso puedo darte más de uno si quieres. No sabes cuanto tiempo llevo queriendo darte un beso...
Sonrió. Quizás debería llamar de nuevo a Elisabet a ver que tal le va en el bar. O llamar a todos los de la pandilla para reunirse todos de nuevo. Seguro que todos se alegrarían después de tanto tiempo. Veinte años ya...
- Robin, ¿qué tal si dejamos a los niños con la abuela y vamos a ver a Marc y los demás?
Wow *A* Que manera de cambiar las sensaciones a medida que uno va leyendo *_* jeje Me ha gustado mucho, la narración es preciosa, cómo vas detallando y sumando los diálogos, ha quedado preciosa la historia >w<~
ResponderEliminarEscribes realmente genial *O* Llegué aquí por la iniciativa, pero creo que me daré una vuelta por tu blog °w° jej
Saludos~
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