¡YA SOMOS 200!

No tengo ni idea de cómo empezar esta entrada. En verdad nunca tengo mucha idea sobre cómo comenzar ninguna, pero esta sí que me es difícil. Tengo que agradeceros tanto y quiero deciros mucho más. Las palabras no me salen y me cuesta creerlo ya que escribo y esto no debería ser un problema, mas no puedo.

No sé cómo deciros cuánto os tengo que agradecer que estuvierais conmigo en tantos momentos. En cómo no me habéis abandonado después de todas esas veces que dejaba el blog sin actualizar. En cómo me apoyabais desde las redes sociales cuando estaba mal porque sí, comento demasiado todo lo que me pasa. No sé cómo daros las gracias. No os estoy mintiendo, no tengo ni la remota idea de cómo agradeceros tanto que me habéis dado.

Ya dije una vez que nunca me imaginé que este pequeño blog que comenzó siendo un diario público llegaría tan lejos. Que habría tanta gente detrás de la pantalla apoyándome y comentando en mis entradas. A pesar de que me pasaba temporadas enteras sin subir nada, siempre había gente que continuaba a mi lado. No sé cómo daros las gracias por todas esas palabras que me habéis dedicado, no os miento si os digo que más de una me ha llegado totalmente a la patata y que, aún hoy, sigo leyendo esos comentarios cuando me encuentro mal y es increíble todo lo que me ayudan, aunque hayan pasado meses o incluso años desde que los publicasteis. De verdad que no sé cómo agradecéroslo.

Y sí, sé que estoy haciendo esta entrada mucho más dramática de lo que debería, pero no me salen las palabras. Os juro que ahora mismo me encuentro entre lágrimas por la emoción. No sé cómo me he podido convertir en esta llorona con patas, pero por hoy voy a dejar que estos sentimientos salgan y voy a dejar que ellos escriban por mí esta entrada. Porque sí, aunque parezca una tontería la están escribiendo ellos. ¿Por qué voy a dejar que se callen cuando ellos pueden expresarlo mejor que yo?

El problema es que incluso ellos tampoco saben qué decir.