Fueron pasando los días sin ninguna novedad de
Quirón. Después de que pasara una semana y aún los campistas (sobre todo los de
la cabaña de Ares) y Dionisio se seguían riendo de nosotros. Intentaba aguantar
todas mis ganas de lanzarme sobre ellos y Jason me había obligado a darle mi
estuche de rayos, sino a más de uno ya estaría frito. Las personas que más me
dolía que se burlaran de nosotros eran los mestizos de Poseidón. A ver siempre
habíamos tenido nuestros roces, pero me llevaba bien con ellos y Emily e Ian eran como mis hermanos. Aunque no
se reían de mí tampoco impedían hacer que sus hermanastros lo hicieran. Ya no
nos dirigían la palabra, ahora éramos tan marginados como los hijos de Hades.
Jason y yo acabamos por separarnos de todos y a me
dolía que las cosas hubieran acabado así. Una noche que no podía dormir me
levanté de la cama y me vestí y salí de la cabaña. Necesitaba descargar toda la
energía negativa que llevaba acumulada desde que me había despertado por la
mañana. Jason seguía roncando como un búfalo así que intenté hacer el menor
ruido posible, este chico al mínimo sonido se despertaba. Salí de la cabaña y
corrí hacia la Arena con cuidado de que las arpías no se percataran de mi
presencia.
Cuando llegué no me esperaba encontrarme a Will
entrenando. Me escondí y observé como lanzaba estocadas contra un muñeco. Su
técnica era torpe, pero había mejorado desde el año pasado que ni siquiera se
atrevía a empuñar una espada.
Will tendría unos 17 años y como la primera vez que
se presentó en el campamento estaba rodeado de un aura oscura. Esa misma era su
salvación y su maldición porque a la vez que lo protegía de posibles atacantes
le alejaba de los demás. Nunca le había visto acompañado de nadie, ni siquiera
de sus hermanos.
- Buenas noches, Samantha, ¿no deberías estar dormida con tu querido hermano? Si te vieran conmigo seguro que tu reputación empeoraría más de lo que es ya por mentirosa.
- Buenas noches. Me he desvelado y lo mejor que puedo hacer en vez de dar vueltas en la cama es ejercitarme un poco- dije apareciendo desde las sombras y comenzando a estirar mientras él seguía practicando.- Mi reputación no ha empeorado, sino que las mentes de los demás están siendo manipuladas por el Señor D. Además, la gente debería saber que tener buena o mala reputación me la suda, pero cambiemos de tema, veo que has mejorado mucho, hijo de Hades. Antes no eras ni capaz de sujetar bien una espada.
-He estado practicando, no me gustaría que mi padre tuviera un hijo inútil. Aunque luchar contra un muñeco no es que digamos un gran desafío, nadie quiere practicar conmigo así que es lo que me queda. ¿Quieres ver cuánto he mejorado o prefieres ser como los demás y pasar de mí?- me retó con voz aún más oscura de lo normal.
Acepto el reto y cojo un escudo y una espada. Me
sitúo delante de él y nos miramos a los ojos y sonrío sarcásticamente. Comienza
la lucha. Corre hacia mí e intenta una darme en el brazo derecho, pero
rápidamente me protejo. Antes de que pueda recuperarme de su golpe intenta una
arriesgada estocada en mi tobillo que esta vez si que me acierta. Me muerdo el
labio para no gritar. Ahora es mi turno. Antes de que se recupere le hiero el
hombro obligándole a tirar el escudo y me acercó a él y le clavo mi codo en el
estomago consiguiendo que se encoja de dolor. Le vuelvo a herir la mano y tira
la espada. Antes de que consiga cogerla de nuevo la doy una patada lanzándola lejos
y apuntó mi espada a su cabeza.
- Por un momento me tenías a tiro, pero tardas mucho en recuperarte y ese has sido tu mayor error. Podría entrenarte, si me dejas claro- ¿qué acababa de decir? ¿En serio había dicho eso? Ya no puedo corregirme, lo dicho, dicho estaba.
- Me vendría bien así que acepto, hija de Zeus- aceptó sonriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario