domingo, 14 de diciembre de 2014

Capítulo 6: La bendición

Habíamos vuelto a nuestras cabañas corriendo lo más silencioso posible porque, a pesar de que sabíamos que el Señor D dormía más que un lirón, no podíamos arriesgarnos a que nos pillara ahora. Si se tenía que dar cuenta que lo hiciera después de haber salido de aquí.

Busqué mi mochila y, cuando la encontré, guardé toda mi ropa según la cogía. Iba a infringir mi regla de ser ordenada solo por esta vez, ya me quejaré de lo arrugada que estará. Le pedí a mi mellizo que me diera de nuevo mi estuche de rayos y la Égida (también me la había quitado por miedo de qué se la arrojaba a algún mestizo). Esperé a que Jason terminara de empaquetar su equipaje y salimos de la cabaña para reunirnos en el árbol de Thalia. Cuando llegamos ya estaban todos allí y, antes de emprender nuestra aventura, les dije que se adelantaran, que tenía que hacer una cosa antes sola. Me miraron extrañados, pero pronto Jason y Will se dieron cuenta de lo que me pasaba así que me dejaron sola obligando a que los hijos de Poseidón los siguiera.

Cuando por fin estuve sola, acaricié su rugoso y húmedo tronco (por las mañanas, el campamento estaba rodeado de una fina niebla que dejaba a su paso un rastro de rocío) mientras que lo miraba con tristeza.

- Thalia, hermana mía, esta es mi primera misión, aunque no sé si se puede llamar así cuando no nos la han concedidos- me sonreí-, pero quería que me dieses tu bendición. Sé que estás viva y que, si pudieras hablar, me darías buena suerte. No sé si voy a volver… pero espero que me vaya bien. Hasta luego Thalia.


Me aleje corriendo en busca de mis amigos, aquí comenzaba mi aventura.

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