La lluvia amainó a las once de la noche y hasta
entonces no me separé de Will. Mientras paseábamos por el campamento evitando a
los demás, le conté todo el dolor que tenía guardado dentro de mí: lo mal que
me sentaban que me llamaran mentirosa, lo de Emily e Ian, lo raro que estaba el
campamento… incluso le conté lo de la profecía y las ansias porque regresara
Quirón. Él me escuchó y cuando veía que iba a volver otra vez a llorar me
abrazaba y me susurraba que todo estaría bien. Eso es lo que más necesitaba en
ese momento.
Cuando nos tuvimos que marchar a nuestras cabañas
nos abrazamos de nuevo y, en un arrebato de cariño, le di un beso en la mejilla.
No soy de darlos desde que ocurrió eso, pero se lo merecía. Me encantaría pasar
otra de esas tardes lluviosas (o sin serlo) junto a él.
Me paré delante de mi cabaña y pensé en la forma que
reaccionaría mi hermano. Jason era un completo misterio, aunque seguramente que
me pegaría. Abrí la puerta y me lo encontré sentado delante de una ventana
mirando a fuera.
- ¿Sabes lo preocupado que estaba por ti? Te he buscado por todo el puto campamento y no estabas por ningún lado. Creía que se te había ocurrido salir fuera y que te habían matado- dijo esto sin separar su mirada de la ventana. De repente se levantó y se acercó a mí. Me preparé mentalmente para el golpe, pero en vez de eso me abrazó.- Lo siento por no haberme dado cuenta de cómo estabas, pero por favor, no vuelvas a hacer eso- susurró en mi oído. Volvieron las ganas de llorar, pero esta vez no las deje correr.
- No pasa nada hermanito. Yo tampoco soy de decir como estoy, lo único que me ha dolido es que te hubieras convertido en otro más de ellos. Si estuviera enamorada de Will serías el primero en enterarte, aunque ya sabes que yo nunca lo volveré a estar.- temblé al recordarlo.- Deberíamos dormir o sino mañana no podremos levantarnos.
Nos separamos y después de prometerle un millón de
veces que ya estaba mejor no fuimos a la cama. A pesar de que Jason no tardó
nada en dormirse, yo no pude. Como la vez que conocí a Will me levanté y me dirigí
a la Arena. Esta vez no iba a luchar sino que quería estar un rato sola y sabía
que no habría nadie (Will me había dicho que hoy no iría a entrenar). Cuando
estuve dentro cerré las puertas y comencé a pasear entre todas las armas. Hoy
no lucharía, pero aún así cogí una espada, quería sentir su peso.
El aire se hizo más pesado y una espesa niebla inundó
el pabellón. Igual que cuando volvimos al campamento mi mellizo y yo, escuché
el lloro de una niña pequeña. La busqué y la encontré en una esquina era la
misma niña. Me miró y de nuevo se le iluminaron los ojos.
- Doce días quedan para la vuelta de la criatura a la vida. Quince para que el señor del tiempo y la criatura se encuentren. Para detener su regreso, a la laguna Estigia tenéis que viajar y encontrar el alma. Cinco hijos de los tres grandes tendréis que viajar: dos de Poseidón, dos de Zeus y uno de Hades. Solo a aquellos a los que me presente podéis ir y solo a aquellos podrán impedir la unión. Presentaros en la Arena.
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